Equilibrio en la relación Omega 3 – Omega 6

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En una de nuestras entradas de esta semana os hablábamos sobre la importancia de incorporar Omega3 en nuestra dieta, para nuestra salud y rendimiento físico, pero lo cierto es que existen otros ácidos grasos Omega de los que debemos hablar, para comprender mejor la necesidad de la que os hablábamos.

Además del Omega 3, existe el llamado Omega 6 (también el Omega 9 que de momento no le metemos en el «juego») del que es importante que hablemos para poder conocer y comprender bien la cantidad necesaria de él y el equilibrio fundamental en la relación Omega 3 – Omega 6 que debemos tener.

Ratio o equilibrio entre Omega 3 – Omega 6

Como hablábamos el otro día, el Omega 3 es un ácido graso esencial que nuestro cuerpo no es capaz de generar endógenamente en las cantidades necesarias, es decir, hay que tomarlo a través de la alimentación.

Pues lo mismo nos ocurre con el ácido graso Omega 6, con la diferencia de que este último, hoy en día, se consume de manera mucho más abundante debido al tipo de alimentación que llevamos en la actualidad, por ejemplo, muchos más aceites vegetales y fritos que antiguamente.

Lo importante de todo esto, es que debe de haber un equilibrio entre estos dos tipos de Omega, ya que si esto no sucede aflorarían las propiedades características del Omega 6 (ya que se toma en nuestra dieta de una manera mucho más abundante) y que al contrario del Omega 3, significarían, entre otros, efectos inflamatorios.

Para que lo entendamos bien, estos ácidos grasos «compiten» entre ellos, lo que quiere decir que un exceso de uno de ellos inhibirá la síntesis del otro, y es lo que pasa con el Omega 6, que inhibe las propiedades que nos interesan del Omega 3, por encontrarse más fácilmente en concentraciones superiores.
omega3_pescado
El ratio de Omega 3 – Omega 6 en la sociedad actual rondarían el 1:25, una barbaridad teniendo en cuenta que para que afloren o prevalezcan las propiedades beneficiosas del Omega 3 sobre las del Omega 6, el rango debería oscilar entre 1:5 y 1:1.

Este ratio o equilibrio de 1:1 era precisamente el que presentaban nuestros ancestros cuando centraban su alimentación en productos frescos como el pescado (rico en Omega 3), que le proporcionaba los abundantes ríos que tenían cerca de sus poblados.

El problema…

El problema de este desequilibrio entre Omegas se traduce en que si tenemos en nuestro cuerpo menos cantidad de Omega 3 de la que deberíamos, pueden aparecer inconvenientes propios del Omega 6:

  • Aparición de dolor e inflamación, anulando de esta manera las propiedades antiinflamatorias que presentaba el Omega 3, porque debido a una baja concentración no aflorarían.
  • Lo mismo ocurriría con la formación de coágulos, ya que en una proporción correcta el Omega 3 los prevendría, pero si existe desequilibrio el Omega 6 propiciaría exactamente lo contrario. Al igual pasaría con nuestro sistema inmune.

Como conclusión

Tanto el Omega 3 como el Omega 6 son ácidos grasos que incorporamos en nuestra dieta a través de la alimentación, pero el estilo de vida que llevamos y nuestros hábitos alimenticios, hoy en día, han cambiado mucho y han hecho aparezca el desequilibrio, por lo que necesitamos dotar a nuestro organismo del Omega3 que necesitamos y que afloren de ese modo sus virtudes saludables.

Es importante conocer las necesidades de nuestro cuerpo y saber exactamente lo que debemos darle. De nada nos sirve tomar una suplementación de Omega 3 y 6, cuando a partir de hoy, ya sabemos que las cantidades de Omega 6 que tomamos en nuestra dieta son más que suficientes, por lo tanto sólo necesitaremos el Omega 3 que buscamos.

Imágenes | iStockPhotos

Bibliografía consultada:

  1. facmed. LOS ÁCIDOS GRASOS OMEGA-3 Y OMEGA-6:
    NUTRICIÓN, BIOQUÍMICA Y SALUD
    | Martha Coronado Herrera1 , Salvador Vega y León1, Rey Gutiérrez Tolentino1,
    Beatriz García Fernández2 y Gilberto Díaz González1| REB 25(3): 72-79, 2006
  2. sciencedirect. Evolutionary aspects of diet, the omega-6/omega-3 ratio and genetic variation: nutritional implications for chronic diseases |A.P. Simopoulos Nov2006

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